Itzel Suárez, la primera mexicana en estudiar medicina espacial en Europa

Itzel Suárez López, egresada de Ingeniería Biomédica del Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México, hace historia al convertirse en la primera mujer mexicana aceptada en la maestría Erasmus Mundus en Fisiología y Medicina de Humanos en el Espacio y en Ambientes Extremos. Este programa internacional se desarrolla en Francia, Alemania y Eslovenia.

Una experiencia en el mar que cambia la vida

Para la egresada del Tec de Monterrey, la conexión en ambientes extremos no nació en un laboratorio, sino bajo el mar. Hija de instructores de buceo, creció inmersa en el mundo submarino, familiarizándose con desafíos físicos y psicológicos similares a los que enfrentan los astronautas.

Su participación en la logística de un intento de récord mundial de buceo en México la acercó a protocolos médicos, medidas de seguridad y estudios de fisiología que despertaron su interés por la adaptación humana en condiciones extremas. Fue ahí donde comprendió que su fascinación por el cuerpo humano y sus límites podía trascender la superficie terrestre.

A sus 22 años, se inspiró en la experiencia de su hermana, quien también obtuvo una beca Erasmus para un programa de nanotecnología. Buscando una maestría que fusionara la ingeniería biomédica con el estudio del espacio y los ambientes extremos, aplicó a este programa. Fue seleccionada en su primer intento y forma parte de las 12 personas elegidas a nivel mundial. Junto con otro mexicano, son los únicos latinoamericanos en obtenerla, siendo ella la primera mujer.

Itzel Suárez. Foto: Cortesía

El cuerpo humano y el espacio exterior

Hoy, desde Europa, Itzel está cursando su maestría en Alemania, Francia y Eslovenia gracias a la beca Erasmus Mundus. Su formación se enfoca en comprender cómo el cuerpo humano responde a entornos como el espacio exterior, el fondo del mar o el Ártico. Estudia los efectos de la microgravedad, como la pérdida de masa muscular, la alteración del sistema vestibular o los riesgos psicológicos que enfrentan los astronautas.

“Nuestro cuerpo no está diseñado para el espacio, pero eso no significa que no podamos adaptarlo. La ciencia está aquí para encontrar cómo”, explica Itzel con convicción.

Pero más allá de la observación científica, su perfil como ingeniera le permite contribuir a soluciones tecnológicas innovadoras para mitigar estos efectos, integrándose en equipos multidisciplinarios que buscan hacer más segura y sostenible la exploración espacial.

Itzel Suárez y el poder de la educación

A los jóvenes que sueñan con una carrera en ciencia o exploración espacial, Itzel les envía un mensaje: “No tengan miedo de intentar. Hay muchas más oportunidades de las que imaginamos. Hay que buscarlas, salir de la zona de confort y confiar en lo que uno puede aportar.” Su ejemplo demuestra que el talento mexicano tiene cabida en los laboratorios más exigentes del mundo, y que la curiosidad científica, cuando se cultiva con pasión y perseverancia, puede romper cualquier límite.

El logro de Itzel Suárez no es solo un reconocimiento personal, sino una invitación para que más jóvenes mexicanas se atrevan a soñar en grande. Su historia refleja el poder transformador de una educación de calidad, el impacto de las experiencias interdisciplinarias y la fuerza de una visión con propósito y mirada al futuro.